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El karma o por qué esforzarse en lo que uno hace

Casi todos, cuando oímos la palabra Karma, la asociamos con algún tipo de fuerza mística y misteriosa, como si fuera algún tipo de leyenda urbana. De hecho, para los que no lo sepáis, el karma es una creencia budista-hindú de que todo lo que hace un individuo, genera fuerzas dinámicas en alguna dirección, y que acaba influyendo en la vida de tal individuo, más adelante.

Will Smith nos cuenta algo

Yo no sé si lo llamaría karma o simplemente ganas de hacerlo bien, pero usaré una cita de un personaje que casi todo el mundo conoce, aunque seguramente más por sus películas y series que por sus frases motivacionales. Él, en un vídeo corto que circula por Youtube, cuenta una anécdota de la infancia y acaba la frase diciendo que, si tú cada día coges un ladrillo y colocas ese ladrillo lo mejor que se puede colocar un ladrillo y te esfuerzas en esa pequeña acción, a la vuelta de un tiempo y a base de repetirlo, habrás construido un gran muro, casi sin darte cuenta.

Os dejo un enlace al vídeo al que me refiero porque no tiene desperdicio para los aficionados, como yo, a los libros motivacionales y de crecimiento personal.

Con este ejemplo, en realidad no nos habla directamente sobre el karma, sino de que no debemos amedrentarnos por grandes proyectos, sino afrontarlos de a poco, paso a paso (el “partido a partido” del Cholo que tanto aclaman los atléticos), pero también recogí de su mensaje la parte de “lo mejor que se puede poner un ladrillo”. No es sólo colocar un ladrillo, también es hacerlo bien, con atención y con esmero.

El empeño y esmero construye un buen karma

Y aquí es donde la frase de Will Smith encuentra relación con el Karma. A veces, seguramente la gran mayoría, cuando nos topamos con un proyecto o trabajo, no sólo tratamos con ladrillos u objetos inertes, sino que lo hacemos con o a través de otras personas que nos acompañan o a las que atendemos, y quiero poner en valor que nunca se sabe a dónde nos lleva o qué puede regalarnos en el futuro la manera en que nos relacionamos con los demás y afrontamos nuestro trabajo.

Estudiando cada oportunidad

En mi caso, esta reflexión viene porque recientemente me ha surgido alguna oportunidad gracias a un contacto que nada tenía que ver con este sector y que nunca hubiera relacionado con una oportunidad laboral. Hay que decir que este contacto no ha llegado a mi por escribir posts en este blog, ni por mantener unas redes sociales libres de fotos tomando copas, ni por no tener una foto de perfil en LinkedIn tomando el sol en la playa o poniendo morritos. Ni tan siquiera ha sido por tener un portfolio meticuloso o un talento especial, ha surgido básicamente por dos motivos.

  • Por hacer bien mi trabajo anterior y tratar bien a la gente.
  • Por hacer un favor a unos amigos.

De hecho, mi trabajo anterior ni tan siquiera estaba relacionado con el sector en el que me muevo actualmente (marketing, publicidad, diseño…), sino que era camarero y mi trabajo consistía en poner cervezas y raciones y sonreír a las personas.

Esculpiendo el karma

Por ese entonces, surgió en mi una frase que me repito habitualmente:

“Todo aquel que se cruce conmigo quedará impregnado de lo más positivo de mi ser”

A algunos les sonará cursi, o exagerado, pero realmente hace tiempo que intento no perder esa máxima de vista y trato de superarme día a día también en el trato con los demás.

En ese momento, atendía a muchos clientes al día, pero me esforzaba por ser eficiente, rápido, sincero y todo lo amable que me permitiese la persona a la que estaba atendiendo. Hoy puedo decir, que me consta que mucha gente recuerda mi paso por el establecimiento con alegría y que recibo el cariño de los que un día fueron mis clientes.

Esto, ya se va pareciendo un poco al concepto de karma ¿no?

Pues la segunda parte es que cuando dejé el trabajo para convertirme en flamante integrante del universo de la publicidad, dediqué tiempo que no tenía en decorar a mano con tiza el restaurante de unos amigos, quienes debo decir que me hicieron engordar gracias a los cuidados gastronómicos que me brindaron mientras pintaba a mano varias pizarras del local.

Pues qué casualidad, y ahora sí karma seguro. Tres años después, una de las familias a las que atendía a menudo en el bar y que recuerdo con especial cariño, han sido el puente para conocer a una gente fantástica que ha confiado en mi para resolver algunas de sus necesidades para un nuevo local que abren en Madrid y para el que necesitaban alguien que les hiciera pintura mural, lettering, pizarras y demás.

Para mi, la satisfacción ha sido máxima, pues he querido tomármelo como una gran recompensa a una actitud mantenida a lo largo de los años y que a veces he juzgado como inútil, porque no siempre recibía en el corto plazo una respuesta igual de afable que la que yo trato de brindar. Además, si ahora, tres años (y pico) después, me ha llegado esta oportunidad, ¿qué estará esperando más adelante por mi actitud este último tiempo en el que también he estado ampliamente comprometido con el trabajo y con las personas?.

¿Karma?¿Seguro?

Dicho esto y tras ensalzar el significado y la existencia del karma como esqueleto para este post, quiero dar valor a algo muy importante. Más que el karma: las personas.

Sea un trato dentro de la empresa, sea una compra venta, una negociación, o casi cualquier situación a nivel laboral o entre empresas, siempre es algo que se resuelve entre, para y por las personas. Por eso, creo que es tan importante cuidar las relaciones personales.

El karma a veces es menos místico de lo que parece y puede consistir solo haber dejado un buen poso a alguien por ser trabajador, educado y humilde. Nunca sabes qué será de tu vida mañana o a quién tendrás enfrente.

Podrías necesitar una oportunidad, un favor o simplemente alguien en quien confiar.

La mejor forma de conseguirlo, será dando oportunidades, haciendo favores, y confiando en otros. Si el karma no escucha no te preocupes, alguien se encargará.

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